La feria regional de El Bolsón es un epicentro sobre el que gravita el espíritu de la ciudad. Todo allí se hizo de cero, con las manos y los materiales de la Comarca Andina. Un feriante ayuda a otro a levantar su puesto y, detrás de las pequeñas tiendas, dialogan hombres y mujeres que creen en lo cooperativo.
Al recorrerla, el sentido trascendente de esa forma de entender la vida remite a la historia de décadas atrás, cuando los primeros hippies se asentaron en El Bolsón a finales de los ´60. Llegaron tres o cuatro, pero se corrió la voz y vinieron más. Diez años después, en tiempos revueltos de la historia argentina, se aprobó la formación de la feria que, hasta la actualidad, se instala alrededor de la plaza Pagano como un ritual.
La ciudad de hoy no es la misma que hace 40 o 50 años. Ha crecido y se han multiplicado sus casas. De todas maneras, el cerro Piltriquitrón sigue siendo esa pared con puntas fotogénicas que atrae magnéticamente a los locales y a los visitantes. Un refugio cerca del Bosque Tallado tiene encendido el fuego para mirar por sus ventanales la inmensidad de las montañas alrededor.
En invierno, la nieve adorna estas estatuas del Bosque Tallado que se esculpieron sobre troncos quemados. Sin embargo, el frío de junio, julio y agosto no es solo para el paisaje. Los intrépidos trepan con sus cuerdas y tablas para practicar esquí de travesía y escalada en el hielo. Unas viejas estructuras en desuso recuerdan los medios de elevación que el Piltriquitrón ofrecía antaño. Ahora, el centro de esquí es el Perito Moreno, en la zona de Mallín Ahogado. Cada año más y más visitantes aprovechan la opción.
La cerveza artesanal, de todas maneras, se disfruta arriba y abajo, en los refugios de montaña y en los restaurantes del centro. Durante la misma jornada, es posible estar a 2000 metros sobre el nivel del mar y a ras del Río Azul, que habiendo nacido entre los cerros se presenta al alcance de la mano con un carácter cambiante. Es el mismo curso de agua que se amansa en los pozones para un chapuzón y que acelera el paso en los cajones de piedra con la fuerza del deshielo.
De todos los encajonamientos de este río, el que se encuentra en el Área Natural Protegida Río Azul - Lago Escondido es el más famoso. Una red de refugios conecta al caminante con los espacios en los que nace el agua. El auto se estaciona en la zona de Wharton y, desde allí, los caminos son tan infinitos como la planificación y la tenacidad de las piernas.
Algunos llegan hasta La Playita, sacuden el mate para quitar el polvillo a la yerba, beben unos sorbos y emprenden el regreso. Otros van más allá y buscan el Cajón del Azul, pasando por espacios de transparencia donde cardúmenes de truchas se agolpan al lado de las piedras. Las pasarelas conectan márgenes y el viajero conecta con la paz. Uno se da cuenta que no está cansado, a pesar de haber caminado kilómetros a través de las ondulaciones. El cansancio es otra cosa; el cansancio es la rutina.
Más adentro hay glaciares y bosques con lagunas tan calmas, que despertarse a las 6 de mañana en el refugio para ver el amanecer reflejarse no es una tarea titánica. Los más jóvenes pasan toda la noche bajo la luz de las estrellas esperando ese momento. No tienen apuro. ¿Quién podría tenerlo en esa inmensidad?
El secreto reservado para unos pocos es el otoño de lengas en los alrededores del Lago Natación. Un gran bosque rojo tiñe el paisaje anunciando la transición de las estaciones. Ya no está el flujo de turistas del verano. Solo unos pocos afortunados contemplan el ciclo de la vida que, todavía intacto, se muestra a los ojos del caminante.
El aire también fue alcanzado en El Bolsón. Un aeroclub ofrece vuelos de maravilla sobre la Comarca Andina. Es la vista de los cóndores que se puede simular planeando sobre los valles y las montañas. Al mismo tiempo, desde abajo divisamos los parapentes que se lanzan desde el cerro Piltriquitrón. Con sus velas coloridas adornan el azul del cielo y uno se imagina que no solo están suspendidos en el ambiente, sino también suspendidos en el alma.
No alcanza el tiempo para verlo todo en El Bolsón y, sin embargo, el concepto de tiempo es relativo aquí. No se pierden los minutos pasando más o menos rato en un lugar o en otro. Al contrario, se ganan. La Patagonia plural se abre íntima para el viajero e invita a descansar. Se puede esquiar, se puede caminar, se puede comer y beber, se puede volar, se puede conversar y aprender. El tiempo no alcanza, claro, pero es la excusa para volver.
de El Bolsón
Desde cualquier parte del Mundo
Desde cualquier parte del Mundo
Existen dos localidades cercanas que poseen Aeropuertos Internacionales:
BARILOCHE
Arribar al Aeropuerto Internacional Teniente Luis Candelaria y luego dirigirse a la Terminal de Ómnibus que dista una media hora de viaje en taxi, de la que salen micros hacia El Bolsón de las empresas Vía Bariloche y Don Otto con una frecuencia de aproximadamente una hora entre las 8 y las 20 hs. Otras opciones son contratar un rent a car o un taxi desde el aeropuerto.
ESQUEL
El Aeropuerto Internacional Brigadier General Antonio Parodi se encuentra ubicado a unos 21 km hacia el este del centro de Esquel. Luego desde la Terminal de Ómnibus, existen micros de la empresa Vía Bariloche con frecuencias diarias hacia El Bolsón.
Empresas de transporte que arriban a El Bolsón:
DESDE BUENOS AIRES
Las empresas de transporte que llegan de Buenos Aires,
hacen transbordo en Bariloche:
DESDE EL SUR
Marga Taqsa
Tel. 0800-3331188 / + 54 9 2966350582.
Sucursal en El Bolsón:
Agencia Grado 42, Belgrano 406, El Bolsón.
Tel.: 02804424119.
Sucursal en El Bolsón:
Agencia Grado 42,
Belgrano 406, El Bolsón.
DESDE EL NORTE
Crucero del Norte
Tel.: 0810-777-2725.
Sucursal en El Bolsón: Agencia Pulmari Turismo,
Perito Moreno 2871, El Bolsón
DESDE CHILE
Transaustral
Los días miércoles y sábados pasa por El Bolsón.
Mario J. Guasco y Gral. Roca
El Bolsón, Río Negro, Argentina.
Tel. +54 294 4483221
Este sitio utiliza cookies para mejorar su experiencia de navegación.